NO HAY EXCUSA
“Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? Y ¿cómo predicarán si no son enviados? Como dice la Escritura: ¡Cuán hermosos los pies de los que anuncian el bien! Pero no todos obedecieron a la Buena Nueva. Porque Isaías dice: ¡Señor!, ¿quién ha creído a nuestra predicación? Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la palabra de Cristo.” (Rm 10, 14-17)
Es la Palabra que nos regaló el Señor en la reunión queriéndonos recordar, como lo hizo San Pablo a los Romanos, que ya no tenemos excusa para no creer ni para no testimoniar de nuestro Dios porque la Buena Nueva nos ha sido anunciada.
Durante la oración, los más pequeños fueron diciendo lo que Dios es para ellos. Poníamos una condición: la palabra tenía que empezar por una letra concreta. Esto es lo que dijeron
La enseñanza de los adultos la impartieron Mamen y Alejandro, que vinieron desde Cáceres con su hijo Alejandro jr. Muchísimas gracias por vuestra disposición y por la enseñanza tan bonita.
Siguiendo con las catequesis preparatorias para el Encuentro de familias con el Papa en Milán, nos hablaron sobre el tema LA FAMILIA ENGENDRA LA VIDA. Dios continua creando el mundo y pensó en nosotros para que lo fuéramos completando. Somos co-creadores con Dios.
Los esposos, hicimos una dinámica agarrándonos de los brazos. Uno de ellos debía cerrar los ojos y dejarse llevar por el otro. A veces, en el matrimonio, uno es el que guía y el otro, confiado, se deja guiar; los dos son uno en ese momento. Otras veces, podemos estar con los ojos cerrados los dos y no ver nada, pero estamos confiados porque sabemos que es Dios el que lo está haciendo.
AMOR, CELEBRACIÓN Y PROCLAMACIÓN, son los tres pilares de la vida.
Queja, desánimo, falta de ilusión, son actitudes que deben desaparecer de nuestros hogares. Las cosas que hacemos son importantes, pero más importante es la actitud que nos mueve a hacer esas cosas.
Aun así, es inevitable que se produzcan situaciones de sufrimiento en nuestras vidas. En esos momentos, no hay que apartar a nuestros hijos y es bueno enseñarles el valor del sufrimiento.
Se nos invita a vivir la celebración en la familia. El domingo, es el día que toda familia debe dedicar a la fiesta y a la celebración, teniendo como eje central, la celebración en familia de la Eucaristía.
Antes de cenar, quisimos hacer una bendición especial y lo hicimos siguiendo la tradición judía de la celebración del Shabat.
Encendimos las velas que simbolizan que cada hogar se convierte en santuario, cada mesa en altar y cada familia en comunidad. Las velas de Shabat irradian no sólo luz. También irradian paz, armonía y tranquilidad.
Después los padres bendecían a sus hijos: "Que Dios te bendiga y te guarde, haga resplandecer su rostro sobre ti y te tenga misericordia, que te muestre su rostro y te de la paz”.
A continuación la bendición del vino. Lo que se bendice es el tiempo de alegría que ese vino significa. La copa llena, hasta el borde, simboliza la abundancia de dicha alegría.
Y, por último, los panes. “Bendito Eres Tú Adonai, Dios nuestro, Rey del universo que sacas el pan de la Tierra.”
A los niños les explicamos que, lo que habíamos hecho, lo hizo Jesús muchas veces siendo pequeño.
¡GRACIAS SEÑOR POR ESTAS REUNIONES EN LAS QUE TE PODEMOS COMPARTIR CON OTRAS FAMILIAS!
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